A partir de
1979 el sistema fordista (modelo que se basaba en la fabricación en serie y en
cadena, aumentando la productividad y reduciendo el tiempo) entró en crisis, y
se intensificó con la crisis del petróleo tres años después. Disminuyó el
consumo, aumentaron los precios de los productos por el alza del precio del petróleo,
aumentó la competencia nacional, disminuyó el ritmo de crecimiento de la
productividad y se generó un mayor endeudamiento.
Debido a la interdependencia mundial a nivel social
y económico, los países capitalistas industrializados importadores de
petróleo sufrieron una repentina inflación y una recesión económica. En
los países industrializados, especialmente EE.UU, las condiciones de vida se
volvieran muy perjudiciales para los desempleados, los grupos sociales
marginados, trabajadores de mayor edad, e incluso para los trabajadores más
jóvenes. Hubieron escuelas y oficinas que tuvieron que cerrar por falta de
combustible de la calefacción, y las fábricas tuvieron que reducir la
producción y despedir trabajadores. Así fueron disminuyendo la tasa de
crecimiento económico y la de crecimiento de la productividad.
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